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jueves, 18 de junio de 2015

Viajar a Marruecos, Tánger y el Rif

Como comenté en mi presentación además de cocinar me gusta mucho viajar y hacer fotografías, por ello me he decidido a mostraros uno de los destinos que ultimamente visito con frecuencia y del que en varias ocasiones he compartido deliciosas recetas, como Tajine de bacalao y gambas y alguna otra.


Quizás ya sepas a que destino me estoy refiriendo, te voy a mostrar Marruecos, vamos a empezar por Tánger que se encuentra en el cruce de las rutas entre Europa y África, entre el Atlántico y el Mediterráneo, Tánger abre la puerta de Marruecos.
Mira, escucha, siente: muchedumbres abigarradas, mercados olorosos, rumores mezclados del mar y de la ciudad.
Aquí comienza el reino de los sentidos.


La envuelve una atmósfera de misterio heredada de la época en la que Tánger era una zona internacional, "Tánger la blanca", protagonista de muchas películas, ciudad fascinante. Muchos son los que llegaron para una corta estancia y se quedaron para siempre.
No hay ninguna otra ciudad de África que esté más cerca de Europa
Entra en Tánger por la puerta grande, La de Bab Erraha, una brecha abierta en las murallas que nos lleva hasta un mirador con unas vistas inolvidables sobre la ciudad y la bahía. Escucha el lejano rumor del puerto y de la casbah. No te resistas a la llamada de las musas, y entra a descubrir Tánger.
Ya estas en el Gran Zoco, los paisanos vestidos con el "fouta" de rayas rojas y blancas, con su gran gorro de borlas, mezclados con las coloridas manchas de las frutas, los cacharros de alfarería o los tejidos.
Los gritos de los vendedores y el martilleo de las herramientas dan aquí, todas las mañanas un concierto hechizante. Las campanillas de los porteadores de agua, el perfume, mezcla sutil de especias y lanas, ¿limón?, ¿canela?, ¿menta?, ¿incienso?, ¿Carne asada?... Y, ¿si fuera simplemente el perfume de Tánger?

En el sur, a la entrada de la ciudad vieja y a dos pasos de la gran mezquita, está el Pequeño Zoco, una plazuela encantadora rodeada de hoteles, de restaurantes, de cafés, en los que sentarte a ver la vida pasar...
Es un lugar mágico, Tánger posee el don de despertar al artista que llevas dentro. Para soñar, instalarte bajo la sombra de las higueras y de los dragos varias veces centenarios, en los jardines de la Mendoubia.
O visitar los Jardines del Sultán, que combinan la seducción de las flores con la fuerza del Palacio Dar el-Makhzen, que ahora alberga el Museo de las Artes Marroquíes y el Museo de las Antigüedades.
En Tánger todo comienza por el mar y todo conduce al mar.
Si eres aficionado al mar puedes bañarte en el Atlántico por la mañana y en el Mediterráneo por la tarde. O al revés.

Por el oeste de Tánger, a diez kilómetros, se llega al Cabo Malabata por una buena carretera, que serpentea a través de las colinas, bordeando calas de arena. Seguro que encuentras una para ti solo, donde podrás tomar un baño de sol o de mar. 
Por el noroeste, a doce kilómetros de Tánger, el Atlántico se encuentra con el Mediterráneo delante del Cabo Espartel, hay que verlo en el crepúsculo, cuando el horizonte es de color  rosa y las plantas embalsaman el aire

Unos kilómetros más allá, la historia se sumerge en la leyenda. Las olas continúan excavando las Grutas de Hércules y el mar sigue rugiendo en ellas. habitadas en tiempos prehistóricos, durante mucho tiempo se extrajo de ellas la piedra caliza, con la que se hacían las ruedas de molino. Cerca de allí se pueden admirar los restos romanos de las termas y de las factorías de aceite de Cotta.

Descendiendo por la costa del Atlántico, se pueden combinar los encantos del mar y de la historia. La pequeña ciudad de Asilah, a 40km. de Tánger, está como adormecida detrás de sus puertas azules, verdes y amarillas.

Asilah fue romana, española, portuguesa. Baluartes, torres y murallas. Se pueden realizar pacíficos paseos al borde del mar, así como degustar exquisitas frituras de pescados en sus reputados restaurantes.

Cada verano, en agosto , se celebra el festival cultural, Asilah se convierte en una inmensa galería. Los artistas exponen sus obras en el palacio del Pachá Raïssouni, en las calles o en los muros de la ciudad.

Muy cerca, por la costa, hacía el sur nos encontramos Larache. ciudad célebre por su yacimiento arqueólogico de Lixus. Se dice que aquí recogió Hércules las manzanas de oro. Las ruinas más importantes son las del templo, el teatro, la acrópolis y las termas.
Más al este, en el interior del territorio, Tetuán se aferra al Rif. Toda blanca en su estuche de verdor, armoniza las culturas árabe y andaluza.
Pasear por Tetuán es vivir, en una sola ciudad, la unidad y la diversidad de Marruecos.

En el interior, a 60km. al sur de Tetuán, se encuentra la ciudad azul y blanca de Cefchaouen  (Xauen)
que para mi es una de las más agradables de Marruecos. Es una ciudad santa, lugar de peregrinación,  llena de mezquitas y santuarios. Ciudad feliz, sus callejuelas pintadas de azul y blanco siempre conducen a una placita sombreada.

¡Qué agradable es vivir en Chefchaouen!
Espero que este rápido paseo por la zona de Tánger, te haya gustado y te sirva para animarte, si todavía no lo estabas, a visitar Marruecos y disfrutar tanto como todos los viajeros del mundo que no nos cansamos de hacerlo.
Si necesitas asesoramiento para tu próximo viaje a Marruecos, no dudes en consultarme., vas a disfrutar de este gran país.